Dos generales

He tenido en mi vida la oportunidad de charlar y sentir confianza con dos generales, el primero mi General de División Diplomado de Estado Mayor Juan Ernesto Antonio Bernal Reyes, el segundo: mi General Brigadier Diplomado de Estado Mayor Alberto Reyes Vaca ahora Secretario de Seguridad Pública en Michoacán.

Ambos los une la pasión de ser soldados.

Alguna ocasión leí que la distinción más alta que puede recibir un militar es ser llamado soldado, una calificación que puede ser para el más alto o el más bajo integrante dentro de un ejército y obviamente alcanza a aquellos que se han destacado dentro de la milicia.

Recuerdo como fui descubriendo poco a poco al hombre al charlar en su oficina de la avenida acueducto de Morelia al General Bernal, descubrir su amplia cultura general, sus estudios digámoslo así de postgrado en Europa, su dominio del alemán, su pasión por los caballos, su entrega y disciplina al máximo jefe de las fuerzas armadas en aquel entonces el Presidente Felipe Calderón.

Anoche por cuarenta minutos disfrute de la charla, a través de una entrevista en IM Noticias de Radio Nicolaita del hombre sencillo, para mi desconocido, del Gral. Reyes Vaca, observar primero su nerviosismo al estar frente a un micrófono y después como tuve la oportunidad de observar como se soltaba, sonreía incluso, mostraba su orgullo de ser militar, el orgullo por su tierra, por Morelia, su firme convicción de intentar convencer a la gente que ahora como policía debe ayudar a cambiar el presente de este estado inseguro, intentando cambiar también la percepción que muchos tenemos de lo que pasa en nuestra tierra en el tema de la inseguridad.

Anoche entendí también que el ser soldado es, en realidad, algo inmaterial en los sujetos, en los hombres y mujeres de éste país, algo que no tiene dimensión, que no tiene tamaño y que esta motivado en su conciencia y materializado en los actos que realiza todos los días de su vida.

Recuerdo como me platicaba el General Bernal lo que vivió en Chiapas hace veinte años cuando se levanto el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el estado de guerra en que se vivía en aquella época. Anoche mi General reyes Vaca deslizaba sobre la mesa como había cambiado el presente en sitios de “guerra contra el crimen organizado” como Nuevo León y Tamaulipas que a él le tocaron particularmente cuando empezó todo en el sexenio anterior.

Entendí en ambas charlas con Bernal y con Reyes Vaca como un soldado ofrece en la guerra su vida y en la paz pone en juego su prestigio en el cumplimiento de su deber y en la ejecución de las órdenes que motivan las tareas que les son impuestas.

Anoche vi a mi General Reyes Vaca entusiasmado con la participación ciudadana, convencido que con el trabajo de todos podemos cambiar nuestra realidad, recordé entonces también a mi general Bernal alguna vez desayunando en el cuartel de la veintiuna zona militar en privado que me decía, palabras más palabras menos, que la unión del deber y el cumplimiento de las órdenes da la fortaleza de los ejércitos y permite su efectividad en las acciones, que el soldado actúa, se arriesga y que en caso extremo muere con el convencimiento de que con ello esta contribuyendo al esfuerzo de todos y en la satisfacción de la responsabilidad que tiene asignada.

En las charlas con ambos militares he podido percibir que un soldado, como cualquier ser humano, sabe del valor de la vida, pero la ofrenda, la da, ante el fin superior que es la protección de aquellos que le han asignado su defensa, entregado sus armas y confiado su accionar.

Ambos generales coincidieron en nuestras charlas en el amor y respeto a la figura de otro militar, paisano de mi general Reyes Vaca, de usted moreliano que me lee o me escucha, otro militar nacido en 1765 en el Jardín de la Nueva España, otro militar, el único que es Generalísimo…José María Morelos y Pavón.

Entiendo entonces que la formación espiritual de cada soldado en México, es la que provoca la diferencia ante otros soldados en el mundo, ya que ella, se nutre de la historia, que lo hace heredero de un pasado del que se es fiel, cada soldado, tiene en su cerebro, los ejemplos de aquellos que le precedieron como el del Siervo de la Nación.

He conocido de los generales el sentimiento de honor como el bien más preciado, el del respeto me caló en cada momento al estar junto a ellos.

Me han hecho sentir que los hechos del pasado me darán el orgullo de lo que se fue y es y las esperanzas del futuro, me servirán de guía para lo que deberá ser.

Mi padre me enseño a respetar a los soldados, hoy más que nunca mi recuerdo y respeto para mi General Juan Ernesto Antonio Bernal Reyes, hoy, mi presente y respeto para mi General Alberto Reyes Vaca.

La unión entre los ciudadanos y sus soldados nos identificará como comunidad.

Articulista: Ignacio Martínez

 

 

 

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