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Artículo de Fondo por Ignacio Martínez.- Aquel niño que jamás recibió tan siquiera una llamada de atención por sus caprichos empezó a temprana edad viviendo en la impunidad.
Un buen día decidió golpear a uno de sus compañeros de primaria, sus profesores estaban tan absortos en sus luchas sindicales que tampoco corrigieron al infante.
Luego robo un pequeño dispositivo para guardar música digital, nadie lo notó y por lo tanto la impunidad prevaleció, más tarde se atrevió a secuestrar un autobús, bajó a los pasajeros y luego le encendió fuego y destruyó la unidad.
La autoridad en ese momento tampoco fue capaz de sancionarlo, recibió entonces solo como respuesta un: “son muchachos inquietos hay que entenderlos”.
Luego disparó un arma y mató a un ser humano, nadie le detuvo, posteriormente no fue difícil para el llegar incluso a cortar una cabeza o lanzar una granada a una multitud provocando muerte, miedo, desesperación.
La impunidad siguió como mudo testigo en la vida del ya ahora hombre.
Los tiempos actuales muestran un descontento latente, hay rechazo, hay molestia de la sociedad, son muchos los agravios acumulados y no llega el manotazo de la autoridad como tal, la impunidad sigue imperando.
Hemos visto en los últimos años como han caído miembros del crimen organizado, hemos sido testigos incluso de cómo han escapado de las cárceles, daría la impresión que la lucha de la autoridad es solo contra ellos y no contra otros mal llamados “políticos” que han provocado diversos escándalos y atacado a las finanzas públicas de los propios gobiernos.
La autoridad debe protegernos a todos, no hacer distingos, pareciera que prevalece la anarquía que se expresa de diferentes maneras como el rechazo a los partidos políticos y a los miembros de éstos, rechazo al gobierno, urge una re-ingeniería institucional.
En los tres poderes hemos visto casos enormes de corrupción, pero sobre todo hemos visto que la corrupción genera la disfunción institucional aunque esa disfunción conlleva también a la funcionalidad de la corrupción y entonces desaparece la responsabilidad institucional y aparece el oportunismo cobijado detrás de las instituciones.
Cuando hay una versión oficial de algún hecho, la sociedad lo primero que dice es NO ACEPTO, NO LO CREO, cuantas veces no se ha dado respuesta a las peticiones de manifestantes y de pronto NO SATISFACE la respuesta, siempre buscando un problema para cada solución.
Todo esto es la reacción frente a los poderes institucionales que están en abierta descomposición quizás el alimento que los fortalece es precisamente la impunidad, impunidad al servicio de la disfunción institucional.
Crece el enfado, crecen las manifestaciones, crece la violencia social , en Michoacán en los últimos años nos han dicho que miles de millones de pesos desaparecieron, que fueron desviados en su utilización y no hay hasta el momento un funcionario de alto nivel que este en la cárcel.
La impunidad sigue prevaleciendo, la impunidad es un elemento que pone en riesgo que perdamos el rumbo inexorablemente.
¿Hasta cuando?
