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En medio de propuestas que no dicen nada o de otras que configuran un más de lo mismo, vale la pena detenerse en dos o tres aspectos en los que ha insistido a lo largo de su campaña Andrés Manuel López Obrador. No creo que el rumbo a seguir, cual destino manifiesto, sea meterle mano a la macroeconomía y dejar las cosas tal como están en materia presupuestal y de gasto corriente.
De ahí la pertinencia, la necesaria observancia de señalar lo que le cuesta al país la corrupción por un lado, y por el otro el enorme aparato burocrático, lo que se gasta en una cúpula igualmente burocrática que alcanza niveles insultantes. En una gira por Iguala, Guerrero, en donde por cierto reunió a miles de simpatizantes, López Obrador tomó como referencia Brasil. ¿Y por qué Brasil? La respuesta hay que encontrarla, amén de la eficiencia, en el poco gasto que representa para el erario un sistema de gobierno y de representación. Un magistrado gana la mitad de lo que percibe su homologo mexicano, y lo mismo un legislador. Nosotros agregaríamos que en Brasil la burocracia se mantiene en un mínimo indispensable y no hay privilegiados ni burócratas de clase dorada.
López Obrador ha insistido en sus giras, en sus conferencias de prensa, en el debate mismo, en un plan de austeridad que, de inmediato, reducirá el salario del presidente y de sus funcionarios a la mitad. Con lo que se ahorre, calcula el candidato unos 7 mil millones de pesos en el primer año, se podrá reactivar la economía familiar y poner en marcha programas sociales indispensables.
Yo no he escuchado de Enrique Peña Nieto o Josefina Vázquez Mota, planteamientos tan concretos y que vayan a este asunto que a muchos espina. El presidente Felipe Calderón Hinojosa, del mismo partido que Josefina, aumentó la burocracia triple A, les aumentó el sueldo, las prestaciones, los beneficios extra laborales. Consecuencia de ello fue el enorme boquete financiero que se provocó en el gasto público y que acumulado, al final del sexenio habrá de observarse lo que constó a los mexicanos mantener en la opulencia a estos otros mexicanos.
No es un tema menor. Los consejeros de IFE, por ejemplo, perciben honorarios casi similares al de un magistrado de la Suprema Corte de Justicia, es decir, alrededor de 300 mil pesos mensuales, compárelo con lo que percibe un mexicano de a pie, 6 mil pesos mensuales digamos -siguiendo la perceptiva del señor Cordero-, y la diferencia es insultante y abismal. Y el ejercicio se puede hacer con subsecretarios, coordinadores y asesores, directores, legisladores por supuesto, etcétera.
Otro tema en el que ha insistido es el de la corrupción. Cuando la señora Vázquez Mota se refiere al pasado mexicano, en sus prácticas priistas, dan ganas de reír o de plano de indignarse ante la evidente desmemoria o ceguera parcial. ¿No fue la misma panista, cuando secretaria de educación, objeto de observaciones millonarias por Enciclomedia? ¿No persiste la duda de cómo le hizo para estar presente estando ausente cuando fue diputada federal? Concordamos. Estas observaciones son objeto de un toma y daca entre el PRI y el PAN, quienes están en la búsqueda de haber quién desprestigia mejor a quien.
Pero más allá de esos tiros de fogueo, lo cierto es que la corrupción le cuesta al país mucho dinero. Y la hay en Pemex, en la Secretaría de Educación, en las prácticas de comercio que permiten la instalación de transnacionales como Wall-mart de manera irregular, en fin. Afirma el tabasqueño que éstas prácticas le cuestan al país 300 mil millones de pesos anuales. Digo, es un asunto que debería movernos a preocupación a todos.
Otro tema que ha puesto sobre la mesa ha sido el de cambiar el nivel económico actual. En casi todas sus giras ha insistido en que es necesario utilizar el petróleo y la energía eléctrica como verdaderas palancas del desarrollo. Ello implica por supuesto mantener los subsidios en la Comisión Federal de Electricidad, pero también sanear a esta empresa. Utilizar el petróleo para apuntalar el desarrollo, sí, pero modernizar esta industria de tal manera que se puedan aplicar descuentos en la gasolina, por ejemplo. Mes a mes los mexicanos padecemos el llamado gasolinazo, es decir, incrementos al precio de este combustible. Ello obedece a la ausencia de refinerías en donde poder transformar el crudo. López Obrador ha planteado la construcción de refinerías para poder elaborar aquí en México las gasolinas, y por otro lado utilizar los productos petroleros para apuntalar el desarrollo. La insistente pregunta de políticos, académicos, investigadores, es: ¿Qué se hace con los excedentes derivados de la venta de petróleo?
El proponer como director a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano está lejos de ser uno de esos guiños espectaculares ante la opinión pública. Nadie duda de la honestidad, conocimiento, y visión del hijo del que fuera presidente y expropiador de la industria petrolera. Su visión sobre la reforma energética está contenida en documentos y en artículos. Su visión crítica ha quedado manifiesta en diferentes momentos de su trayectoria, ya sea como candidato, o como una gente que tiene algo importante qué decir en diferentes momentos. Cárdenas Solórzano fue un lúcido crítico de la visión de reforma energética que intentó este gobierno.
El anunciar que bajará los precios de la electricidad y de las gasolinas no es retórica ni populista. Se puede hacer por ejemplo con los ahorros en el gasto corriente e instalar una refinería que iniciaría el camino del abaratamiento de este energético.
Sí, lo que se juega en estas elecciones es el cambio o la permanencia. El cambio hacia un México diferente, o la permanencia de un país que empobrece a su gente, que permite monopolios fabricantes de multimillonarios, que permite enormes franjas de corrupción con toda impunidad. Seguramente López Obrador insistirá en estos temas contra corriente. A nivel mediático las cosas no han cambiado mucho en relación al 2006, tal vez la baja frecuencia de la guerra sucia que floreció en esos años y que ahora se presenta como mínimas expresiones. Habrá que estar atentos en las próximas semanas, de lo que se dice y se hace, e incluso del manejo de las encuestas y sus metodologías.
Federales en Michoacán
¿Qué es lo que sucede, qué es lo que pasa por la mente del presidente al enviar 800 policías federales más al estado? ¿Es que fueron comisionados a la entidad para repetir la brutal represión de estudiantes. La presencia de la policía federal no ha inhibido la violencia criminal en Michoacán. En los primeros meses del año se dieron ejecuciones y ajustes de cuentas sustancialmente superiores al primer trimestre del 2011. ¿Y dónde está la inversión en escuelas, en programas educativos, en cultura, en fomento a la lectura?
El problema estudiantil
La semana cerró con una gran expectativa respecto al destino de los 10 estudiantes detenidos en el penal de Mil Cumbres, una cárcel de máxima seguridad. Y hay además posturas contradictorias en el gabinete de Fausto Vallejo Figueroa. Actitudes que incluso contradicen al gobernador.
El miércoles 9 Vallejo Figueroa había dicho ante los medios que se habían buscado mecanismos jurídicos para liberar a los 10 estudiantes detenidos. El viernes 11 su coordinador de comunicación social lo desmintió; Julio Hernández Granados a pregunta expresa, dijo a reporteros que no se vislumbraba ese panorama, la excarcelación de los estudiantes.
El mismo secretario de gobierno, Jesús Reyna García, admitió que las negociaciones se encuentran entrampadas ante la presencia de grupos “anárquicos” que entorpecen el diálogo, aunque no supo decir nombres y apellidos de tan sedicentes sujetos. Por si no bastara arribaron al estado 800 policías federales con el pretexto de evitar la toma de carreteras e instalaciones por parte de los estudiantes. Y es que la CUL amenaza con radicalizar sus acciones, precisamente, con la toma y bloqueos de carreteras y mantener incautada la Universidad Michoacana.
Juzgue usted lector si hay capacidad de negociación en el actual gobierno…
