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El Bueno, el Malo y el Feo

Por Gabriel Mendoza.-

Si uno quisiera desperdiciar su voto de manera lamentable, el proceso electoral federal que se avecina ofrece múltiples opciones para hacerlo. El lector, en su condición de elector, encontrará en su boleta cuatro alternativas que pueden clasificarse según la sencilla tabla siguiente:

El Bueno

Dícese del candidato de las izquierdas (lo que sea que éstas signifiquen) que tiene una propuesta programática y política consistente -independientemente de que se coincida o no con ella- así como la experiencia de gobierno, el carácter para tomar decisiones, una historia impecable de honestidad y congruencia en la vida pública, la solvencia de un equipo de primer nivel intelectual, un diagnóstico acertado de la realidad que nos aflige y una postura ideológica orientada a la búsqueda de igualar las oportunidades que el país pueda ofrecerle a todos sus ciudadanos. Tal vez su única debilidad sea cierta proclividad a ser inflexible y algo radical pero, a fin de cuentas, ésa característica lo ha llevado a donde está -contra viento y marea- y en el ejercicio de gobierno todas las posturas terminantes tienden a moderarse.

b) El Malo

Dícese del candidato del otrora partido hegemónico, que garantiza un paquete inmenso de buenos propósitos pero todavía no atina a clarificar cómo va a materializarlos. Garantiza, además, la nueva entronización de una clase política a la cual no parece que se le hayan quitado las malas mañas. Su propuesta es pobre, su equipo todavía no revela altas dotes ni para el análisis ni para otra cosa que no sea nadar de muertito y parece sustentar su ventaja tan sólo en su encanto personal. Es decir: un candidato joven y guapito destinado a un electorado educado por los cánones televisivos y por más de veinte años de neoliberalismo, la mayoría de cuyos integrantes aspiran a ser altos ejecutivos de empresa o estrellitas rutilantes del espectáculo. Eso sí: sería un excelente edificador de obra pública pues en este rubro radica la posibilidad de jugosos negocios para los cuates que, por coincidencia, son los mismos beneficiados de siempre…

c)El Feo

Dícese del candidatito del partidito de la señora Gordillito, que ni tiene posibilidad real de ganar ni puede llevar su propuesta a ser materializada, dada su raquítica fuerza política y su poco margen de maniobra. Se le califica de feo porque -obviamente y para definirlo en términos estrictamente técnicos- lo que está haciendo es una auténtica cochinada, pues nada más parecer estar «torteándose» al electorado (otro término estríctamente técnico, disculpe usted) Lo más seguro es que -el lector tendrá oportunidad de corroborarlo- en su momento declinará su candidatura a favor de quien vaya ganando, con la oculta y ferviente esperanza de que los tres votos que representa le alcancen para ser nombrado secretario de medio ambiente del municipio de Tantoyuca, Veracruz.

Por lo que respecta a la candidata del partido oficial, la verdad podríamos extendernos en comentarios sobre su propuesta (rebasada por la realidad, desorientada e ignorante en la mayoría de los temas y descalificada por el pobre ejercicio de sus correligionarios gobernantes) pero preferimos -como decía mi abuelita- cubrirlo con un manto de piadoso silencio hasta en tanto no ponga orden en su campaña. Si no puede ni cumplir con su agenda decorosamente, ¿cómo diantres va a gobernar un país tan grande y tan complejo?

Así que el querido lector ya sabe: si quiere que su voto sirva para una pura y dos con sal, otórgueselo a cualquiera de los tres últimos mencionados. Nada más no se vaya a quejar después, porque una vez comprado el candidato no se acepta la devolución de sus ilusiones…

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