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La izquierda frente a las reformas estructurales, la reforma fiscal.

En vísperas del cambio de titular del poder ejecutivo de nuestro país y a raíz de la aprobación de la denominada reforma laboral, mucho se ha especulado sobre las siguientes reformas “estructurales” que deberán ser promovidas desde el inicio de la próxima administración federal.

Desde la izquierda debemos empezar a plantear posiciones al respecto y discutirlas para poder, en su momento, estar en condiciones de fijar claramente nuestra postura al respecto no solo en el Congreso sino también de cara a la opinión pública de éste país. Es evidente que se requieren amplias y profundas reformas en varios ámbitos de la vida económica, política y social de México y que para lograrse se requerirán profundos cambios legislativos por lo tanto la izquierda, más que manifestarse de entrada en contra de las mismas, debe poner su inteligencia y fuerza en influir para que los contenidos de estas se den en  sentido diferente que los que pretende darle la derecha.

Por ejemplo, es evidente que el Estado Mexicano necesita contar con  recursos suficientes  para cumplir adecuadamente sus funciones y que se requiere de una gran reforma fiscal para conseguirlos, ampliar la base de contribuyentes y mejorar la recaudación son objetivos que puede suscribir cualquiera, sea de izquierda o de derecha, el problema comienza cuando se trata de decidir a costa de quién se van a mejorar las finanzas públicas, ese es el quid del asunto y donde se debe dar la batalla tanto ideológica como política.

Se sabe ampliamente que son los asalariados y los trabajadores independientes por cuenta propia y no las empresas, sobre todo las grandes empresas, los que cargan sobre sus hombros el peso de la carga fiscal, mientras asalariados o trabajadores independientes pagamos nuestros impuestos prácticamente íntegros al fisco, las grandes empresas, gracias a un régimen fiscal de excepción que las beneficia, casi no pagan impuestos en relación a sus grandes ganancias.

Este sistema fiscal tiene, entre otros mecanismos que benefician al gran capital para que pague menos impuestos que los demás contribuyentes e incluso no pague, disposiciones de excepción tales como:

El llamado régimen de consolidación fiscal que  permite nivelar pérdidas y ganancias de empresas que tienen diversas filiales, de tal manera que las pérdidas se descuentan de los impuestos que tienen que pagar los grandes consorcios, este beneficio no lo tienen las empresas públicas.

El régimen simplificado, que tendría por objeto beneficiar a los pequeños negocios como las tienditas, las misceláneas,  repartidores independientes, no es utilizado por estos ya que por su naturaleza carecen de un sistema contable plenamente organizado, sin embargo si es aprovechado por las grandes empresas, sobre todo en los rubros agropecuarios y del transporte que pagan como si fueran tienditas.

Las empresas dedicadas a la exportación y a la maquila están inscritas en otro apartado especial que en la práctica las libera de obligaciones fiscales, aún cuando tengan grandes ganancias.

Pero sin duda es el régimen fiscal que rige las operaciones bursátiles el que merece mención especial. Las grandes transacciones que se realizan en la bolsa no pagan un centavo de impuestos.

También tendríamos que contar los mecanismos de devolución de impuestos a las grandes empresas, las condonaciones, los cálculos contables a la baja, los padrones de contribuyentes incompletos, y los numerosos sistemas de “estímulo a la producción”.

Esta evasión y elusión institucionalizadas representan alrededor de quinientos mil millones de pesos que dejan de pagarse de impuesto sobre la renta cada año.

Sin embargo cada vez que se aborda el tema de la reforma fiscal, la derecha trata de convencer a todo mundo de que el gran hoyo de las finanzas públicas se encuentra en el hecho de que no todos los bienes y servicios están gravados con la misma tasa y que esto es lo que hay que corregir aumentando el IVA e imponiendo éste a los alimentos y medicinas para que así todos los consumidores paguen  más de lo que hoy pagan.

Por desgracia la izquierda siempre cae en el garlito y la discusión sobre la reforma fiscal se transforma en la discusión sobre el IVA.

Si la izquierda sabe bien que el agujero mayúsculo en el sistema fiscal mexicano no esta allí sino en el impuesto sobre la renta, es obvio que al plantearse una autentica reforma fiscal estructural esta debe girar en torno a la abolición de los regímenes de excepción que solo benefician a los más poderosos.

Articulista: Dr. Rafael García Tinajero Pérez.

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