¿Qué sigue?

Por Jimena Quintana.-  Es Inevitable, en la vida de cada individuo, llegar a ésta pregunta. Es un punto de reflexión para replantearse el camino a seguir. Siempre hay varios caminos pero sólo se puede elegir uno, así que más vale elegir sabiamente. Cuándo se trata de movimientos sociales sucede lo mismo. Esa misma pregunta sin duda se la hizo Hidalgo cuándo sus tropas estaban a las afueras de la ciudad de México -¿qué sigue? ¿Debemos entrar a la ciudad o me repliego?- debió ser la idea en su cabeza. Una vez consumada la Independencia la pregunta seguía ahí. -¿Qué sigue: monarquía o República?- se cuestionaron tan largamente nuestros ancestros que casi nos cuesta el país. Así pues, la pregunta es siempre pertinente. La respuesta es definitoria. El México contemporáneo no se salva del mismo cuestionamiento.

A las once de la mañana la gente seguía llegando al Zócalo de la Ciudad de México. La mayor parte de las personas entrábamos por Madero, calle principal del centro que ha visto a lo largo de su existencia miles de contingentes ingresar a lo largo de los tiempos.

La plancha del zócalo estaba llena, siempre es así cuando Andrés Manuel López Obrador convoca a la gente. Había personas de todas las edades, jóvenes, ancianos, niños acompañados de sus papás, etc., que gritaban diferentes consignas o llevaban en la mano algún banderín que agitaban enérgicamente.

Habían banderas de México, del Partido del Trabajo (PT) y del Movimiento Ciudadano (MC), pero las banderas que más ondeaban eran las del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Sin embargo, no  eran las únicas, había también una multicolor pues la comunidad lésbico-gay también estaba presente. La mayoría de los comercios se mantuvieron abiertos, aunque varios tomaron previsiones y pegaron cartones en las ventanas para evitar pintas o rayones. Las cafeterías estaban llenas de personas con playeras de morena, del PRD o convergencia. Muchos pedíamos nuestro café para llevar pues ya se escuchaba el altavoz diciendo que en breve comenzaría la asamblea. La gente venía de todos lados, había veracruzanos, guerrerenses, hidalguenses pero sobre todo chilangos.

La Asamblea comenzó y AMLO dejó muy clara su postura de desacuerdo con la violencia. “Pienso que la violencia produce más sufrimiento y se terminan imponiendo con mayor facilidad quienes no tienen la razón, pero cuentan con el aparato de fuerza para reprimir. La violencia, que se oiga bien y que se oiga lejos, en vez de destruir al régimen autoritario lo perpetúa y eso no lo queremos”- dijo el tabasqueño. Anunció su separación con los partidos que hasta el momento lo han apoyado, e informó que en noviembre se decidirá si el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) continuará como asociación civil o si buscará la conformación de un partido político.  “¡A dónde tu vayas te apoyaremos!”-gritó una señora fervientemente. Obrador recordó que los cambios nunca han sido inmediatos, que requieren de tiempo, perseverancia y valentía, pero que además son indispensables.

México entero está pasando por momentos decisivos y de eso no cabe la menor duda. Basta con echar un vistazo a lo acontecido en días anteriores en las zonas limítrofes de la capital con el Estado de México. Ante el sólo rumor de la entrada de los zetas, la familia michoacana o los antorchistas, la gente entró en pánico. Los locales cerraron, los padres se histerizaron y corrieron a recoger a sus hijos a la escuela, los transportistas se negaron a viajar al Estado de México hasta que les garantizaran su seguridad. Todo por rumores vía redes sociales. Hay algo en el ambiente que nos atemoriza.

Los cambios son, efectivamente, indispensables, son irremediables e inevitables. La pregunta ¿qué sigue? era urgente. El país que queremos es necesario imaginarlo ahora, crearlo en este mismo instante sin miedo y con acciones. “El que quiere nacer tiene que destruir un mundo” dice Hermann Hesse. El comienzo ha llegado, no sabemos cuánto tiempo nos va a costar, pero es algo ya, sin lugar a dudas, impostergable.