Linchamiento mediático de AMLO

Como era de esperarse, no se han dejado de manifestar a granel las opiniones de linchamiento mediático de Andrés Manuel López Obrador por la decisión de impugnar de nueva cuenta el reciente proceso electoral al demandar «voto por voto y casilla por casilla», voces por ignorancia, por ingenuidad, por intereses muy fuertes o por defender acríticamente y por principio la supuesta transparencia, contundencia y limpieza del también supuesto triunfo de Enrique Peña Nieto; derecho y procedimiento absolutamente legal por estar simplemente contemplado en los procedimientos del actual proceso electoral.

Nuevas disposiciones que gracias a la lucha postelectoral de hace 6 años hoy es parte de nuestro marco jurídico electoral, lucha que fue severamente satanizada y descalificada, no cabe duda que nuestro arribo a la democracia electoral es a cuenta gotas y de interminables mecanismos de regulación, cada proceso arroja nuevas deficiencias y necesidades de establecer  medidas y controles a causa de nuestra infinita imaginación y subcultura del fraude.

Estas elecciones federales y locales que como se ha dicho reiteradamente, han sido las más vigiladas, las más costosas y donde se han elegido el mayor número de espacios de representación popular en la historia de México, entre otros aspectos por la concurrencia de 15 procesos electorales locales con el federal, poco más de 9 mil asignaturas de poder político.

Muchas son las conclusiones de las que podríamos hablar durante horas, por ejemplos, los resultados son un claro rechazo a las políticas públicas de los gobiernos panistas de los últimos 12 años, particularmente del periodo de Felipe Calderón por los resultados visibles de la guerra contra el narco y el innegable incremento de pobres en nuestro país pese a la estabilidad de la macroeconomía que tanto se presume, pero que no le sirve en lo concreto para nada al ciudadano común y corriente.

Las derrotas político-electorales de Josefina Vázquez Mota a nivel nacional y de Marko Cortés a nivel estatal, como en muchas otras entidades, no fueron ni AMLO ni EPN, fueron en esencia las malas prácticas de los gobiernos panistas, que han demostrado en los hechos, que las alternancias políticas no nos conducen necesariamente a los grandes cambios sociales y económicos que nuestro país requiere en beneficio de la mayoría de la población.

Otra clara conclusión es el evidente avance electoral de la izquierda, que por el momento se vuelve a colocar como la segunda fuerza política nacional, situación que de ninguna manera debe prestarse a una incorrecta interpretación, no es el avance de los partidos políticos de las llamadas izquierdas, la gente voto por AMLO y por la necesidad y esperanza de un cambio y transformación democrática real de nuestro país, no debiera sorprendernos la gran cantidad de votos nulos ni el voto cruzado, no sólo por las complicaciones de la nueva Ley electoral, sino también por la inconformidad social y castigo a ciertas candidaturas que no significan el sentir democrático de las bases de los partidos y de la sociedad en su conjunto.

Sin duda el repunte electoral de la izquierda mexicana se debe al descomunal esfuerzo, tozudez y terquedad propositiva de AMLO, al recorrer como ningún otro político actual los más de 2400 municipios del país, por consecuencia todo el territorio nacional a lo largo y anchor, que le da el mayor conocimiento de los problemas, rezagos, necesidades, retos y sueños del pueblo de México, es el que tiene el pulso más realista de la actual situación de esa gran masa mexicana de excluidos y marginados de lo que podríamos llamar desarrollo humano sustentable.

Se confirma que las encuestas más que ser instrumentos técnicos y científicos de medición de la realidad de nuestra sociedad, son en tiempos electorales más que otra cosa instrumentos de campaña, al estar dirigidos fundamentalmente a instalar en la población determinadas percepciones de la realidad y en consecuencia comportamientos y decisiones a la hora de emitir el voto, en consecuencia han perdido veracidad y credibilidad; en la sociedad moderna de consumo del salvaje libre mercado, es bastante complicado regular  los alcances e impactos que los medios de comunicación tienen sobre los nuevos patrones culturales de la población.

Se constata que a partir del movimiento estudiantil del «#Yo soy 132» existen altas posibilidades en los siguientes meses de acrecentar el ascenso de la participación ciudadana e interés por los asuntos de interés social, económico y políticos de nuestra realidad actual, son una real posibilidad de incursionar por nuevos caminos para alcanzar por fina la transición a la democracia, que no es otra cosa que el alcanzar en lo social, económico y político  aceptables indicadores de bienestar o del buen vivir, con seguridad, tranquilidad y un trabajo estable que nos permita vivir decorosamente con la básico y necesario a la mayoría de las familias mexicanos.

El peso político de control territorial de las estructuras gubernamentales, municipales, estatales, de las representaciones legislativas locales y federales, sumadas a las estructuras partidarias del PRI en todo el país, le brindan un extraordinario potencial para la compra y coacción del voto, es claro que este mecanismo fue utilizado días y semanas antes del 1o. de julio para garantizar el triunfo electoral, llegando a situaciones verdaderamente inverosímiles como las tarjetas para hacerlas válidas por mercancías y víveres en las tiendas «Soriana».

Han empezado a aparecer y a revelarse un cúmulo importante de inconsistencias del proceso electoral, que pueden caracterizarse como componentes fraudulentos que AMLO y seguidores tienen la alta responsabilidad de demostrar objetivamente a la opinión pública y a ante las instancias legales de la calificación y sanción de las elecciones, no sólo hay que exigir a AMLO ceñirse a la legalidad, sensatez,  responsabilidad y honestidad, igualmente hay exigirlo al IFE, a los candidatos, partidos políticos y medios de comunicación.

La verdad ante esta situación y necesidad de tener que comprobar los excesos y superación de los costos económicos de las campañas, las diversas y múltiples actividades de fraude, como la compra y coacción del voto, que por cierto todos los partidos de alguna manera practican, sólo que por tener más dinero algunos partidos, en este caso el PRI y su candidato, que tiene el respaldo grandes capitales y intereses económicos nacionales y extranjeros, se convierte en una práctica de campaña verdaderamente grosera que incide determinantemente en las decisiones del voto, frente a una sociedad con grandes necesidades, apatía política y serias limitaciones de conciencia crítica y realista de lo que en verdad está jugando para el futuro inmediato de la situación social y económica de los mexicanos. Por ello ante esta situación me siento como aquellos espectadores en estado de indefensión frente a un buen mago o notable prestidigitador.

Es cierto tal como lo habíamos advertido en otras colaboraciones, se ha instalado en la opinión pública una visión de poco margen a la tolerancia de los reclamos y conflictos postelectorales, aún cuando sean un legítimo derecho; al respecto pese a mis más profundos deseos, no puedo quitarme la idea de que «palo dado ni dios lo quita», es el gran reto de AMLO y las izquierdas de no vulgarizar la lucha por el sufragio efectivo, el horno no está para bollos, al mismo tiempo tener que definir las estrategias de actuación madura y responsable ante la nueva etapa de rectificación y reorganización de la izquierda social y partidaria.

No pasará mucho tiempo para que miles de votantes, conscientes o inconscientes, empiecen a conocer el verdadero proyecto de Nación de Enrique Peña Nieto y los grupos de poder que lo protegen, que son los que verdaderamente gobiernan este país desde hace 30 años que en sus desmedidas ansias de poder económico a través de la política seguirán devastando nuestros recursos naturales en su beneficio.

Artículo de Mario Enzástiga