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“Hello Goodbye, Sir Paul”


Por Jimena Quintana

«Love you forever and forever,
love you with all my heart,
love you whenever we’re together,
love you when we’re apart «…papá.

Si es improbable que un edificio baile más improbable es que todos los edificios de una plaza lo hagan. El 10 de mayo, a las 21:05 de la noche, más de 200 mil personas hicimos que el Zócalo capitalino, con todos sus edificios aledaños, bailaran durante tres maravillosas horas. Desde hace unos años muchas bandas han podido dar conciertos en el zócalo, patrocinados por el Gobierno del Distrito Federal, como parte de los programas culturales que se implementan en ésta ciudad. Los géneros han sido variados y han logrado reunir a personas de todas las edades. Ha habido conciertos de rock, de banda, de salsa, etc. Sin embargo, cada uno de estos eventos representa una movilización de recursos significativa. Los últimos años ya no ha habido tantos conciertos y algunos artistas, como Enrique Bunbury, han solicitado el gran honor de tocar en este magnífico recinto siendo rechazada su solicitud.

Pero este año comenzaron las buenas noticias. La primera buena noticia fue saber que Sir Paul McCartney venía a México. La segunda gran noticia fue saber que daría un concierto, completamente gratuito, en la plaza de la constitución. Sir Paul daría en primer lugar un concierto en el Estadio Azteca, en el que los boletos tendrían un costo hasta de 12 mil pesos para aquellos que quisieran estar en las primeras filas y que, por supuesto, pudieran tener esta cantidad para gastarla en un concierto que ciertamente valía la pena. Muchas generaciones hemos crecido con la música de los Beatles. Ellos han marcado y acompañado la vida de muchas personas alrededor del mundo.

México nunca tuvo la oportunidad de recibir a esta destacada banda. Por eso, cuándo Paul ha anunciado su llegada a México, todos aquellos Beatlemaniacos de corazón se han regocijado y lo han acompañado. Me puedo fácilmente imaginar el inmenso placer de escuchar a uno de tus ídolos de infancia o juventud cantando en tu país, que es tu casa.

El 9 de mayo, desde muy temprano, ya estaban instaladas las vallas que servirían para poner orden al tan esperado concierto. Se había anunciado desde el principio que no se permitiría acampar en ésta zona, pero eso no impidió que los fans comenzaran a hacer fila desde un día antes. Tuvieron que soportar el clima tan cambiante de primavera. Hubo calor extenuante, lluvia y, por supuesto, tráfico. Se instalaron algunos baños móviles, que no son del agrado de nadie, para el uso de los animados visitantes prematuros al concierto. Pero todo eso era seguramente nimio si pensabas que en unas horas estarías a unos pasos de uno de los últimos Beatles escuchando las canciones en un maravilloso trance.

La mañana del 10 de mayo la policía comenzó a cerrar las calles principales del primer cuadro del centro. Se comenzó a restringir el acceso y a tomar las medidas preventivas pertinentes. Había un módulo para las personas que se extraviaban, otro de atención médica y muchos chavos del Instituto de la Juventud repartieron agua a las personas que se encontraban en la plancha del zócalo. Durante la tarde, poco a poco, fueron llegando más personas. El dispositivo de seguridad fue intenso, no permitieron entrar con sombrillas, mochilas ni nada que pudiera causar algún percance. Un incidente menor se suscitó cuando en uno de los balcones del Hotel Majestic, situado en la esquina de la calle Madero, algún incauto colgó una manta en apoyo a Enrique Peña Nieto y las respuestas no se hicieron esperar. Con rechiflas y recordatorio del tan celebrado 10 de mayo los asistentes consiguieron que fuera retirada. Finalmente el tan esperado momento llegó. Sir Paul apareció, cómo todo un caballero inglés, saludó en español y comenzaron los acordes de “Hello goodbye”.  La adrenalina contenida por más de 24 horas se desbordó, eso sí, sin causar tumulto.

A pesar del cansancio, la excitación y las provocaciones políticas, previas al concierto, los asistentes se condujeron a la altura de tan magno evento. La calidez de los mexicanos fue percibida de inmediato por Paul, quién no dudó en gritar la tan emblemática frase ¡Viva México Cabrones! O bien exclamar ¡Son ustedes a toda madre! Frases mexicanas de una indudable aportación cultural.  El repertorio incluyó canciones con dedicaciones especiales: a su esposa, a las madres, a  John, a George y a los cumpleañeros a los que les cantó “Birthday”.  Después vino un momento sumamente emotivo pues, como una muestra de su admiración por nuestra cultura, invitó a unos mariachis -“amigos” los llamó él- a cantar Obla di obla da. Pero el instante más luminoso, literalmente, fue cuando luces de colores alumbraron el cielo del centro al interpretar “Live and let die”.

Todo parecía un sueño, un viaje hermoso a través de años y recuerdos personales. De pronto Paul se sentó al piano y nos instó a cantar junto con él “Hey Jude”. Coordinó los coros diciendo “ahora los hombres, y ahora las mamacitas mujeres” Pero todo principio tiene final. Se despidió por primera vez y nosotros, que ya sabemos el truco, nos quedamos instalados ahí. Salió con la bandera de México corriendo por todo el escenario. “You are unbelievable” –dijo Paul al escuchar como lo vitoreábamos. Y fuimos premiados con “Yesteday”. Cuando se escucharon los primeros acordes la gente rompió en llanto. “No mames, no mames” –decía un chico, que no pasaba de los 25 años, sumamente conmovido. Vinieron otras canciones pero Sir Paul, muy paciente y amoroso, se sentó y dijo: “ahora sí es hora de irnos” a lo cuál respondimos con una categórica negativa. “Te quedas en mi casa” –contestó un muchacho haciendo gala de la hospitalidad chilanga. “Golden Slumbers”, “Carry that weight” y “The end” fueron las últimas canciones de esas tres horas inolvidables. Paul desapareció, justo a la media noche, en una cortina de papeles tricolor –verde, blanco y rojo- diciéndonos “Goodbye” mientras el Zócalo, con sus miles de mexicanos en él, aún le decimos “Hello Sir Paul”.

 

 

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Un comentario

  1. Felicidades al DF por tan bello momento. No importa si se politiza diciendo que Ebrard lo trajo con motivos electorales o si los patrocinadores del evento obtuvieron beneficios incluso desde el mismísimo twitter de Ebrard, lo importante fue que los habitantes de la capital pudieron disfrutar de un espectaculo como el de Paul, este país es ‘beatlemano’, lo ha sido desde hace muchos años. Bien por el civismo de la gente que se supo comportar en un evento masivo de tal alcance.

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