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Columna Política «Yo Campesino», Por Miguel A. Rocha Valencia (23-III-19).- Hay un político cuya sobrevivencia pocos se explican, sobre todo porque no ha pagado impuestos y dejó a sus hijos un patrimonio valuado en varios millones de pesos, aunque él dice que se compone de inmuebles de la “canasta básica” o de “interés social”.
Pocos saben cómo este personaje sobrevivió, aunque muchos conocen que Marcelo Ebrad Casaubón, fue el correo del fallecido Manuel Camacho Solís para entregarle diversas cantidades de dinero. El ex regente creó a su propio némesis, al que luego encumbró como gobernador de la Ciudad de México inculcándole todo el rencor que sentía contra Carlos Salinas por no dejarle la Presidencia de la República.
Su activismo le permitió meterse a las páginas de los periódicos, revistas y robar minutos a radio y televisoras, a los medios que hoy acusa de ser fifís y que sin embargo le dieron cobertura gratuita.
Más tarde, se montó en las redes sociales, a las cuáles pervirtió lanzando acusaciones de todo tipo y contra todos, especialmente a los de la “mafia en el poder”, siempre bajo el principio de desacreditar, desprestigiar, acusar o difundir medias verdades “porque al pueblo le gusta”, alzando escándalos muchas veces sin fundamento. Como hoy.
Logró hacer de los pobres y la corrupción una bandera creíble gracias al enojo de la gente. Se podría decir que no fue él quien ganó, sino que los de enfrente perdieron porque no supieron contrarrestar esos mensajes y por el contrario, los acentuaron con pleitos internos o entre partidos. Al final, quien tenía el poder negoció entregarlo a cambio de no ser perseguido.
Pero las redes sociales fueron el camino eficaz para llegar a una sociedad harta de abusos y promesas incumplidas. Hoy ese medio de comunicación puede volverse en su contra, ya que ante la represión financiera, política y hasta de callejón contra los medios convencionales, a los periodistas libres como yo, aún nos queda ese camino.
Ahora seremos nosotros los críticos, quienes estemos al pendiente de un gobierno en el que no encontramos soluciones a nada pero sí retrocesos, una correlación de fuerzas extraña donde la mano extranjera se nota a leguas y un panorama que no garantiza estabilidad macro económica y por ende, política.
Veremos si las “benditas redes sociales” cumplen su función de ida y vuelta, de inclusión; nosotros habremos de cumplir con nuestra misión más allá de la necesidad de un salario o un medio convencional, del cual seguramente no habremos de privarnos más adelante, pero por lo pronto, desde esta trinchera haremos nuestra tarea de ejercer un periodismo libre.
Habrá de ser algo Impar donde opine quien quiera, con libertad, sin temor a la censura o la presión sobre el empleo. Al tiempo.
