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¡De Colombia Para México! (Columna Repercusiones)

Columna «Repercusiones», Por Samuel Maldonado B. (03-X-16).- “¡Despacio Sancho, que voy de prisa¡ Válgase esta metáfora ocurrida al caballero de la triste figura, para relacionar andanzas similares a las  que el desgobierno está inmerso a través del Ejército Nacional y como consecuencia de  la emboscada sufrida por un comando militar en el que murieron varios soldados, debido a una guerra estúpida que no debiera ser de ellos (ni de nosotros), en contra del crimen organizado. Debido a ese crimen masivo de la semana que terminó, arrebata-damente, creo que sin analizarlo con profundidad, el General Secretario de la Defensa Nacional indicó, en el homenaje a los soldados caídos  que, “¡Vamos con todo contra el cártel de Sinaloa!”.

Se puede entender que sus expresiones responden al dolor y coraje por lo sucedido, pero debe calmarse  y reflexionar (ahora ya expresadas sus amenazas) y ordenado su pensamiento y recurrir a la inteligencia a efecto, no de ganar la guerra, sino la de pacificar a nuestro país.  Que busque el General Secretario el porqué del inicio y cultivo de las drogas y el porqué de la suma de brazos de trabajadores sumándose al crimen organizado. Además preguntarse debe a quiénes benefician las compras clandestinas de armas, en lugar de estar pensando en amenazas advertidoras y atacar con mayor dureza con la que el crimen organizado ataca.

Seguramente que el coraje por lo pérdida de sus soldados, le hace olvidar al Secretario de la Defensa Nacional la función fundamental que ha quedado  inscrita en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos desde los principios del siglo anterior.  El Ejército Nacional, así como la Marina Nacional, se han demeritado ante los ojos de los mexicanos, pero  debido a la negligencia y estupidez de los últimos titulares del Poder Ejecutivo al que están obligados a obedecer, degradando en consecuencia a esas instituciones que constitucionalmente  nada tienen que ver con el crimen organizado, que para eso están las secretarías correspondientes  del Poder Ejecutivo.

Esas intervenciones recurrentes las desprestigian y pueden corromperlas, pues en ese campo hay millones de dólares de ganancias que sobran para comprar soldados y generales y consecuentemente hasta para comprar la Presidencia y  desprestigiar a las instituciones, lo que se vuelve peligroso y dañino para los mexicanos.

Ciertamente estas dos secretarías están sujetos a las determinaciones y ordenamientos de nuestra Constitución y bajo el mando del Poder Ejecutivo, mismo que desafortunadamente por el desconocimiento de la propia Constitución (debería pedir perdón también por no conocerla), su ineficiencia e incapacidad ha inmerso a las fuerzas militares en acciones que las desprestigian.

Los titulares de la Secretaría de Marina y de la la Defensa Nacional debían estar indignados pero contra el propio titular del  Poder Ejecutivo, por las tonterías cometidas constantemente por lo que se ha visto obligado a pedir perdón a los mexicanos, aun cuando siga poniéndonos en ridículo (caso Trump) ante países extranjeros, sin olvidar desde luego los casos de Ayotzinapa, Tlatlaya y Oaxaca y sus casas blancas.

De paso recordemos  aquellos tiempos del llamado “hijo desobediente”, cuando ridículamente vistió la larga casaca verde olivo y giró sus estúpidas instrucciones a la Secretaría de la Defensa, para iniciar una guerra a muerte contra el crimen organizado en Michoacán. Desde entonces, no se ha logrado estabilizar ni al Estado ni a la República, pues esta guerra sigue  entre autoridades y sicarios.

Ejemplos hay que indican con claridad que es una idiotez inmiscuir a las fuerzas militares en estos conflictos, que están íntimamente relacionadas con el tráfico de estupefacientes, desde hace más de cincuenta años,  cuando por convenir a los o intereses de nuestros buenos vecinos, se permitió la producción de diversas drogas en el Estado de Sinaloa.

Si este ejemplo no funcionara también como dato de la equivocación de meter a los militares en esta guerra, volteemos a ver un poco hacía Sudamérica, específicamente a Colombia, que permaneció más de cincuenta años en una guerra que mató a cientos de miles y que ahora, afortunadamente han recapacitado, entendiendo que los muertos so de ellos y las ganancias de los vendedores de armas, quienes han incrementado sus largas y bastas fortunas vendiendo material bélico como consumiendo toneladas de cocaína en los  Espantados Unidos .

 

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