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Los problemas del hambre en México rebasan la capacidad de un Gobierno Federal en búsqueda de alianzas con los magnates de alimentos chatarra. Sobra decir que en 2011 el 36.3 por ciento de los mexicanos vivían en pobreza, casi siete puntos porcentuales más respecto al 29.4 por ciento de la población latinoamericana que se encontraban en igual condición, indican estadísticas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Hablamos de 40 millones 778 mil mexicanos que perviven bajo la línea de la pobreza y 14 millones 940 mil en la indigencia, al aplicarse los porcentajes referidos por la Cepal con los 112 millones 336.5 mil habitantes del país contabilizados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) del censo de población reciente.
La confirmación del convenio de la Cruzada Nacional Contra el Hambre cuenta en su haber con dos trasnacionales: PepsiCo y Nestlé. El diario nacional La Jornada publica en sus páginas la declaración de la líder de la Coalición Internacional contra el Conflicto de Interés, Patti Rundall, quien afirma los bloqueos del gobierno de Inglaterra contra la empresa Nestlé, toda vez que sus productos perjudican la salud de los consumidores. De PepsiCo, sabemos su negocio de las aguas embotelladas (producto en el que cualquiera pesaría como opción para su distribución por parte del gobierno federal y no frescos) mismo que no aporta soluciones de abasto de agua, la cual debe ser potable.
Sin embargo, no se especifica públicamente qué productos se surtirán para las despensas que se pretende acercar a los mexicanos/as en condiciones de pobreza extrema. Lo que es ocasión de expectativa ante la posible selección adecuada de productos de buena factoría. Sólo queda esperar información o la alarma ante el posible contubernio entre el gobierno federal y dichas empresas privadas.
