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Calderón o el empobrecimiento michoacano

Por Noemí Avilés

Algo le sucede a la economía michoacana. Por todos lados y a donde volteo, los comentarios de la gente son en extremo negativos y diría que hasta desalentadores. Un conocido propietario de un taller mecánico, uno de los pocos que tiene equipo de preverificación, comentaba desalentado que en su taller no había movimiento. “Mi hijo me dice que nos vayamos del estado, pero yo tengo  mi vida hecha aquí. Voy a aguantar hasta donde pueda”, comenta.

Es un cierre de sexenio federal especialmente para el Estado. Las palabras aquellas de Felipe Calderón Hinojosa suenan tan lejanas, tan retóricas, que dudo mucho que pueda repetirlas de frente a cualquier paisano que lo enfrente después de su encomienda. Porque si lo pensamos bien, a Michoacán no le fue muy bien, al contrario. Desde el inicio de la administración del exgobernador Leonel Godoy Rangel, hubo una suerte de hostilidad que se tradujo en dos eventos fatales para Michoacán: el Michoacanazo  y el estrangulamiento financiero.

Del primer expediente se pudiera escribir largo y tendido, y ello por las diferentes violaciones que se hicieron a las leyes que nos rigen. Algún día retomaremos el tema. Del estrangulamiento financiero hay cosas qué decir. Fue una estrategia que comenzó a operar deliberadamente desde los primeros días del año 2011. Las participaciones Federales, inatacables, (artículo 9o de la Ley de Coordinación Fiscal, por ejemplo), fueron escamoteadas y para ello se usó el ninguneo y la falta de explicaciones .

Hay una suerte de bitácora que inicia con el que fuera precandidato, Ernesto Cordero. Este ridículo personaje se cobra a lo chino supuestos adeudos de la administración, cambiando el papel del Gobierno Federal por el de vil cobrador. El Gobierno Estatal intenta reclamar ante diversas instancias de la Secretaría de Hacienda infructuosamente. No se dan explicaciones, y cuando el tema se toca, son los funcionarios de esta secretaría quienes dan la nota escandalosa ante los medios de comunicación.

El Gobierno del Estado tiene que recurrir ante la Suprema Corte de Justicia para demandar al Gobierno Federal el cumplimiento de sus obligaciones. Es decir, para obligarlo a cumplir con el pacto federal con la Constitución, con la Ley de Coordinación Fiscal, y el recurso fue retirado sólo porque el tiempo se agotó. Fue un proceso desgastante porque se incumplió obligaciones con proveedores, con contratistas, y recuerdo que funcionarios de primer nivel, de Directores para arriba, no cobraron una o dos quincenas sino hasta el final.

Felipe Calderón tal vez miró con toda frialdad el efecto que causaría el retener participaciones federales que por Ley le correspondían al Gobierno Estatal. Seguramente dijo: “sí, vamos a hacerlo. Aguantamos un momento de tempestad pero no sucede nada”. Pero sí, por supuesto que afectó la economía de los michoacanos. No hay que olvidar que la administración pública estatal es el eslabón más grande y del cual dependen eslabones menores. Desde hace años Michoacán subsidia los efectos de la descentralización de las Secretarías de Educación y de Salud. hay constructoras que dependen enteramente de los contratos que se tienen con el Gobierno del Estado, empresas proveedoras a las que se les quedó a deber.

Y ante este panorama que se observa desalentador, que se retrata en tonos grises, el nuevo Gobierno no ofrece una rendija de esperanza y confianza para los Michoacanos. Al contrario: habla de despidos, de reducir a su mínima expresión el gasto, de meses difíciles, pero no escuchamos alguna propuesta que hable por ejemplo de crear algún programa emergente de empleo o de fortalecer a la Industria de la Construcción, fuente importante de trabajo en tiempo de crisis.

Más que darle confianza a los michoacanos, el nuevo Gobierno se ha enfrascado en una suerte de revancha política que tiene como objetivo desprestigiar a la anterior administración. En esta refriega, que además se ha hecho pública, me pregunto ¿De qué les sirve a los michoacanos? Si usted habla con un ciudadano de a pie, le va a decir que lo importante es que no bajen las ventas en su negocio. Si usted conversa con Juan Pérez o Mario Hernández, le van a decir lo angustiados que están por haber sido despedidos como trabajadores con contrato de alguna dependencia estatal.

La pesadilla todavía durará unos meses más, cuando termine el Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa. ¿Estará en el cálculo político de Fausto Vallejo Figueroa someter a Michoacán a meses difíciles para apostar todo el capital, incluido el gasto público, a hacer ganar a su candidato? Y los michoacanos ¿Qué?

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