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Aún en los peores momentos de su historia, como el bloqueo aquel decretado unilateralmente por Estados Unidos, las relaciones entre México y Cuba habían sido estrechas y cordiales. Ningún presidente mexicano del antiguo régimen había desdeñado mantener una relación binacional con la Isla caribeña. No lo hizo el celebérrimo Gustavo Díaz Ordaz, mucho menos lo hizo Echeverría, José López Portillo o los priístas de nuevo cuño neoliberal.
La situación cambio dramáticamente a raíz de los gobiernos panistas. El grosero “comes y te vas” de Vicente Fox, dirigido al entonces presidente Fidel Castro Ruz, fue un hito amén de sorprendente, algo completamente atípico en las relaciones diplomáticas internacionales. Castro, viejo lobo de mar, difundió el contenido de la conversación y Fox quedó como lo que siempre ha sido, un tipo sin modales ni estatura de estadista. Durante todo su sexenio las relaciones con Cuba se enfriaron. Castro Ruz padeció una enfermedad que lo obligó a salir de la vida activa como estadista, y cedió el mando a su hermano Raúl.
Al terminar el sexenio del guanajuatense, su relevo, Felipe Calderón Hinojosa, dijo que de inmediato se normalizarían las relaciones con la isla. Y si bien el trato con el gobierno cubano no se dio en las mismas dimensiones que su antecesor, no hubo contactos formales, sino diplomáticos. Fue su Secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinoza, y el embajador de Cuba en México Manuel Aguilera de la Paz, quienes hicieron posible el contacto binacional. A ello contribuyeron los constantes intercambios parlamentarios entre ambos países, pero una reunión entre Jefe de Estado y Jefe de Estado, no.
Ahora se anuncia, que al cuarto para las doce de su gobierno, Calderón Hinojosa visitará formalmente la isla, habrá de reunirse con Raúl Castro y muy posiblemente con el mismo Fidel. Los temas de la agenda: asuntos comerciales, de inversión, migratorios, de derechos humanos, y hasta es posible que se hable de la exploración de recursos petroleros. Ambicioso paquete que se antoja difícil de plantear para un fin de sexenio.
Varias preguntas saltan a la vista ¿Por qué hasta ahora? ¿Será que, con calzador, no quiere desdorar la palabra empeñada al inicio de su gobierno y para ello no duda en concretar una de esas visitas que casi parecen de cortesía?
Los gobiernos del PAN pasarán a la historia, a nivel diplomático, como administradores que si inclinaron más hacia el norte y descuidaron su relación con los países del sur. Si lo ponemos en el platillo de la balanza, ni Bolivia, ni Chile, ni Argentina, mucho menos Venezuela y muy tangencialmente Brasil fueron del interés pleno del gobierno de Calderón Hinojosa.
Un lamentable interregno en el caso de Cuba, con quien se había mantenido relaciones de hermandad, respeto, colaboración y solidaridad. Ahora que termina el gobierno del michoacano y que la moneda está en el aire, habrá que estar atentos al destino de esta relación binacional.
