Chavela Vargas

(Ponme la mano aquí, Macorina, ponme la mano aquí). La canción sale de una voz ronca, profunda, que hace circular con gusto y estímulos de muchos mexicanos. La vemos caminar y cantar con muchas ganas, encima el gabán, su cabello canoso, el rostro profundo, no podemos menos que pensar en los muchos años que ha convivido con diversos públicos.

Isabel Vargas Lizano, una mujer de Costarrica que vino a dejar su impronta, su talento, falleció ayer a la edad de 93 años. Fue por la mañana y, ¿Qué decir al respecto?, ¿Qué estamos afectados por su muerte como miles mexicanos?

En la prensa encuentro, en Excélsior, una peculiar nota en donde sus admiradores, sus seguidores del medio artístico, no hablan de su talento sino de enorme gusto por el mezcal y el tequila. Muchos beberán a sus salud y otros la ingesta afirman que será camaleónica. Sí, muy bien, ¿Pero su vida y su talento? Esta mujer, Chavela Vargas, fue siempre un referente ligado a la bohemia y a la intelectualidad mexicana. Su paso por los medios mexicanos fue discreto, lo mismo el teatro que el cine.

Recuerdo cuando la vi una vez en Bellas Artes, hace años. Su voz magnífica, su manera de enlazar las sílabas a manera de canto, lo que sucedía al cantar con un tono de voz que era todo menos cursilería, era algo excepcional.

Nació en 1916 y todavía me sorprendía verla en años recientes, canosa pero afable, con todo el vigor del mundo a cuestas, verla y oírla cantar, hacer disfrutar a un público que la respetaba.

Descanse en paz Chavela Vargas, y honremos la manera en que se despidió de México y sus amigos: junto a su gente, junto a su México. Del mismo modo en que vivió su vida, valiente, actuante, transgresora, rebelde. Descanse en paz.

Articulista: Noemí Aviles