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¿Y la utopía de los municipios autónomos zapatistas?

En reciente visita a Chiapas y siendo la tercera ocasión durante los dos últimos años, me he podido percatar e informar con algunos compañeros activistas sociales y políticos de la vieja izquierda en aquella región del sureste mexicano, del grado de descomposición y pérdida de la utopía del zapatismo indígena; ya en otro momento en este mismo espacio hice referencia a que vivimos tiempos que significan una especie de posmodernismo político, es decir, estamos dejando de creer en muchas de las cosas que en el pasado significaban prácticamente lo más importante en nuestras vidas políticas, tal es el caso de los Municipios Autónomos Zapatistas y de los gobiernos regionales indígenas llamados «Caracoles».

Recordemos un poco que los pueblos indígenas de Chiapas se revelaron en los primeros días de 1994, en el marco de rechazo a la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en lo particular reclamando sus tierras y derechos fundamentales a través de lo que llamaron la «guerra contra el olvido», estableciendo entre muchas otras acciones varias municipalidades en rebeldía, operando de facto fuera de la ley y del estado de derecho formalmente reconocido en México.

Este hecho de una indiscutible y extraordinaria carga simbólica, aportó importantes elementos al nuevo análisis del pensamiento mundial desde lo local, frente a la mundialización y globalización de la mayoría de los proceso sociales, económicos y políticos; la utopía zapatista sin proponérselo vislumbró la posibilidad de convertirse en la vanguardia de los procesos de transformación social y cambio democrático, apostaron-insisto-sin proponérselo en jugar el papel que la vieja izquierda asignaba a los obreros, a los  movimientos de las colonias populares, a las comunidades rurales o a la sociedad civil que los demócratas apartidistas reiteran, así cada sector ha jugado un importante papel en los diferentes momentos de nuestra accidentada, larga e inalcanzable hasta ahora transición democrática.

Esta osadía indígena tuvo y ha tenido un alto costo de embate y represión militar y represivo del estado mexicano, por ejemplo, en los retenes militares se dieron casos de violaciones a mujeres, secuestros,  torturas, asesinatos  e innumerables vejaciones, más de 70,000 soldados frente a las comunidades indígenas de Chiapas que decidieron ante el cansancio de la indiferencia gubernamental, resolver por propia cuenta sus problemas al auto-organizarse.

En ese contexto surgió a finales de 1994 la creación de los municipios autónomos, anunciando la creación de regiones autónomas pluriétnicas, en diciembre de ese año para romper de forma pacífica el cerco militar el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) anunció la creación de 32 nuevos municipios indígenas denominados municipios autónomos, como una clara expresión de los pueblos indígenas rebeldes en resistencia.

La constitución de municipios autónomos son procesos profundamente democráticos desde la perspectiva y cultura de los pueblos indígenas frente a la marginación y pobreza que los tiene nuestro actual sistema político; los municipios autónomos no son sólo una expresión simbólica de la lucha zapatista, sino fundamentalmente una forma de practicar y regular democráticamente el ejercicio del poder conforme a la vida, deseos y necesidades de los indígenas, sobre la base de la expresión filosófica de «por un mundo donde quepan todos los mundos», estas experiencias de autogobierno implican la no aceptación de recursos económicos y programas de los gobiernos estatales y federales.

Estas experiencias se plantearon seguir la tradición indígena en la que la asamblea general es el órgano máximo de decisión, se estructuraron a partir de comisiones de gobierno como las de honor y justicia, educación, tierra y territorio, producción y comercialización, impuestos y finanzas entre otras, inspirados en otra gran visión filosófica de «mandar obedeciendo».

Las comunidades tienen representantes en el Consejo Autónomo Municipal, cada representante comunal queda ubicado en un espacio administración municipal, quienes ejercen algún cargo no reciben salario, el desplazamiento a otros lugares para cumplir las comisiones suelen ser pagadas por las mismas comunidades mediante la cooperación de sus miembros, incluso en algunos casos los miembros del consejo son apoyados o sustituidos en sus trabajos del campo para que puedan dedicarse al cumplimientos de sus responsabilidades gubernamentales.

La aplicación de la justicia está basada en el derecho consuetudinario, la delincuencia común el Consejo Autónomo castiga con la reparación del daño en vez de pena de cárcel o multa, se aplica una pena de trabajo para la comunidad o para la familia agraviada, esta justicia es en a  las Leyes Revolucionarias Zapatistas y sobre todo la Ley Revolucionaria de Mujeres.

Como resultado de una etapa más de la organización, resistencia y la lucha zapatista, en el 2003 los municipios autónomos rebeldes se coordinan en agrupamientos regionales denominadas «Caracoles», que son regiones regiones organizativas de las comunidades y municipios autónomos zapatistas.

Los Caracoles son regiones organizativas de las comunidades autónomas zapatistas, son una especie de Gobiernos Regionales de un conjunto de Municipios Autónomos, sin embargo estos últimos siguen con la responsabilidad de  de la impartición de justicia, la salud comunitaria, la educación, la vivienda, la tierra, el trabajo, la alimentación, el comercio, la información, la cultura y el tránsito por ejemplos.

Las Juntas de Buen Gobierno se forman con representantes de los municipios autónomos zapatistas y de las comunidades que forman parte de cada Caracol, sus miembros son rotativos y sustituidos en cualquier momento si no cumplen sus tareas en base a los mandatos de las comunidades, han sido y Caracoles los que se formaron.

Ahora en mi última visita a Chiapas confirmo que han surgido serias contradicciones en el seno de estas importantes experiencias, que se han deteriorado y desviado en buena parte de los planteamientos iniciales del movimiento zapatista indígena, por la disputa de los recursos de la cooperación internacional, corrupción de mandos medios, infiltración del narco, coptación de comunidades enteras mediante los beneficios de los programas gubernamentales, al grado de ir creciendo un sentimiento de que llegaron activistas políticos de otros lugares del país a calentarlos por una guerra que no era suya.

Para nuestra decepción, en efecto ahí están formalmente los Municipios Autónomos, los Caracoles, las Juntas de Gobierno, el Subcomandante Marcos por cierto enfermo por cuestiones respiratorias, aún con un alto simbolismo pero cada vez más marginal al proceso; en conclusión la situación general es cada vez más distante a los ideales, objetivos y utopías del zapatismo indígena.

Las noticias que nos llegan del sur son de alto impacto mediático, de gran markenting político, incrementado por el idealismo que con frecuencia nos formamos de estas luchas, que nos impiden ver con realismo y objetividad las contradicciones y desviaciones de estas luchas, espero que no cometamos los mismos errores de percepción y análisis idealista de la lucha que libra en Michoacán el pueblo de Cherán, sin menoscabo de nuestra honesta solidaridad y simpatía.

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