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La ciencia y la tecnología siempre han sido una asignatura pendiente en México. No es que no tengamos investigadores ni doctores cuyos conocimientos y habilidades aporten algo a esta rama del conocimiento, fundamental en muchos sentidos para el desarrollo de las comunidades. Lo que sucede es que simple y sencillamente al gobierno federal no le interesa impulsar la ciencia y la tecnología.
La lista resultaría larga de quienes están en la nomenclatura de la fuga de cerebros, que incluye a un premio novel. ¿Por qué los científicos se van del país a buscar oportunidades a otras naciones? La respuesta es simple, aquí en México no hay un plan que promueva e impulse la investigación, las percepciones de científicos y técnicos, comparada con otros países, son ridículas, no se plantean planes de jubilación decorosos, y el presupuesto destinado, por lo menos durante los dos sexenios panistas, decreció en términos reales.
Hay un dato que no lo proporciona el presidente saliente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), Arturo Menchaca Rocha: el presidente Felipe Calderón Hinojosa jamás se reunió con la comunidad científica. Es decir, ejecutó un insólito desdén por las mujeres y los hombres que hacen posible el avance de una sociedad.
Calderón Hinojosa no sostuvo reunión alguna los integrantes del Consejo Consultivo de Ciencias (CCC) de la Presidencia, cuya misión es asesorar al Ejecutivo federal en este tema, que no es ciertamente menor. Es obvio que sus intereses fueron otros.
Aquí en Michoacán la pasada administración, con recursos y promociones, alentó la investigación y la divulgación de la ciencia y la tecnología. No se requirió más que voluntad y un criterio sensible a la importancia de esta actividad humana. ¿Es la fuga de cerebros el futuro de la ciencia en el país? Un signo alentador es la propuesta de López Obrador de crear una Secretaría de la Ciencia con René Druker a la cabeza. Es lo que necesita el país por lo menos es un paso importante.
