Primer debate

Por Víctor Ardura.-

Importante pese a la rigidez del formato, y a la pobreza de cobertura del primer debate entre cuatro candidatos a gobernar el país. Dos minutos para desarrollar un tema y una contra réplica de un minuto y medio obliga forzosamente al apresuramiento en demérito de la profundidad. Y pero aún que el Estado haya permitido que el duopolio televisivo programara el debate en los canales de menor audiencia, pero en fin esta arrogante actitud que atenta contra la democracia, afortunadamente, fue un tema que se trató en este intercambio.

¿Qué decir de esta primera experiencia? Nuestro sistema político no permite el cara a cara mediante la eliminación de candidatos con menor votación, es decir, con la segunda vuelta, eso es una grave limitación en todos los sentidos. En la década de los sesentas el muy joven John F. Kennedy, demócrata, debatió con el republicano Richard Nixon, quien después sería presidente de una de las figuras más controversiales del sistema político de Norteamérica por el caso Wattergate. Fue un intercambio provechoso, -no es que yo lo haya visto pues era entonces un niño, y no precisamente un niño genio-, pero he podido ver los documentales de la época y estoy convencido que un debate del cara a cara permite al electorado asumir de mejor manera una decisión.

El que haya estado presente en el debate Gabriel Quadri, por supuesto, no demerita el tener conocimiento de propuestas. Pero el formato lo que permitió es que se presentara como el candidato ciudadano que no es, como el crítico de los políticos profesionales y como el portador de dos o tres propuestas originales, sobre todo las que tiene que ver con la generación de energía alternativa y asuntos del medio ambiente.

Pero es de dar risa este presentarse o apelar a decisiones ciudadanas, cuando todos sabemos que Gabriel Quadri es postulado por el Partido Nueva Alianza, propiedad de la señora Elba Esther Gordillo quien a su vez es la dueña del SNTE, uno de los sindicatos más corruptos del país y que maneja cientos de millones de pesos anualmente para sostener a este partido. Pero en fin.

Josefina Vázquez Mota presentó propuestas que no representa novedad alguna, el punto nodal de su discurso lo centró en la lucha contra la corrupción, (venalidad igual PRI), y cuando pudo defender el esquema económico y de seguridad pública impuesto por su compañero de partido, el Presidente Felipe Calderón Hinojosa. Sus asesores seguramente le aconsejaron que el enemigo a vencer era Enrique Peña Nieto. Y gran parte de sus participaciones , yo diría que el 80 por ciento, la centró en demostrar que el priista era un mentiroso que había dejado compromisos pendientes en el Estado que gobernó, que el nivel de desarrollo humano había caído, y que había aumentado la corrupción durante su mandato.Inclusive revivió aquel enigmático caso de la niña Poulett, cuyo cadáver fue un enigma en su momento porque primero estaba desaparecido y después , mágicamente apareció.

No sabemos si la estrategia le habrá funcionado a Vázquez Mota, porque obligó al priista a responder. Enrique Peña Nieto, seguramente después de haber pasado decenas de horas para poder ser un sujeto pensante y sin telepronter, no perdió el tiempo, contestó cada una de las acusaciones de la panista y hasta inclusive le sacó sus trapitos al sol dando a entender que Vázquez Mota fue una legisladora aviadora. Con documentos incluso en la mano.

¿Y qué de las propuestas? Bueno, en términos generales coinciden mucho Enrique Peña Nieto y Vázquez Mota en temas de seguridad, economía, desarrollo sustentable e inclusive en medio ambiente. Oírlos desarrollar sus propuestas es tanto como fincar las sospecha de que en realidad la derecha mexicana está concentrada en dos partidos: el PAN y el PRI.

Andrés Manuel López Obrador se salió del esquema. Sí contestaba sobre los temas que según la conductora le tocaba desarrollar, pero aprovechó la tribuna para recordar a los mexicanos cosas esenciales que deben conocer, como la limitación en el formato y en los canales destinados de los que hablé al inicio de esta columna. Porque no hay que ser ingenuos y pensar que muchos mexicanos vieron este debate. En el canal de Televisa, el digamos estelar, transmitían uno de esos programas populares entre comedia y musicales propio para descerebrados, pero con alto rating. El debate lo transmitieron en el canal cinco que es en donde la televisora programa series y películas. Televisión Azteca lo hizo en el canal 40, un espacio televisivo con un nicho de mercado menor. Y esta circunstancia, por cierto, fue Andrés el único candidato que la observó.

La estrategia de Andrés fue presentar sus propuestas, pero también recordarles a los mexicanos cosas esenciales: hay un grupo de privilegiados que manejan a la clase política desde hace años, que han permitido el enriquecimiento de unos cuantos, que han impuesto sacrificios económicos a la población como el FOBAPROA y que incluso , aún ahora, quieren más. Siempre más. López Obrador tiene un espíritu rebelde y lo demostró en el debate. Sin embargo cuando fue a las propuestas creo que nos mostró un panorama por demás atractivo. ¿Cómo no pensar que el disminuir los precios de las gasolinas y las tarifas de la energía eléctrica no pueden ser atractivos para los mexicanos? En la edición de la jornada de hoy, por ejemplo, nos enteramos que la ComisiónNacional de Electricidad paga enormes sumas de dinero por la subcontratación de servicios a empresas particulares. ¿Y bajo qué criterios? Entonces cuando habla de corrupción las palabras de Andrés Manuel suenan convincentes.

¿Cómo no pensar en que es posible hacer real la esperanza de un México mejor, cuando el candidato de las izquierdas se propone bajar a la mitad los salarios de los funcionarios, desaparecer privilegios como viáticos, viajes, traslados en avionetas y helicópteros, gastos de telefonía, etcétera que representan un gasto de 600 mil millones de pesos, dinero que se puede utilizar en programas sociales, en mejorar la educación de los mexicanos, en programas alimentarios, etcétera? Sí, ciertamente, fue el candidato que no se ajustó al formato. Utilizó la pantalla televisiva para dar a conocer su visión de país y los cambios de fondo que son necesarios. No podía ser de otra manera: cuando Enrique Peña Nieto dijo que buscaría revisar el Sistema Judicial, no entró en detalles y para quien conoce medianamente el asunto sabe que sus palabras no pasan de buenas intensiones. Al final del debate, el minuto y medio que les destina para dar un mensaje final a los televidentes, para escoger mejor la palabras y dar un mensaje convincente, creo que de los tres candidatos Andrés Manuel fue el que mejor lo hizo. Peña Nieto ocupó parte de esos valiosos minutos en darle la puntilla final a Vázquez Mota, y ésta destino sus 90 segundos en hacer una defensa del estilo panista de gobernar. Andrés Manuel López Obrador, serenamente, habló de los cambios que son urgentes en el país. Cambios en materia de educación, un cambio radical en la conducción de la economía del país, en el combate contra el crimen organizado. Dijo, y no lo dudamos, que conoce todos los municipios del país, que ha hablado con la gente, que conoce de sus esperanzas y de sus miserias.

Y algo muy importante, sin falsa modestia dijo que tiene experiencia y que podrá en sus gabinete a las mejores mujeres y hombres. ¿Alguien puede objetar a un Juan Ramón de la Fuente, exrector de la UNAM, como secretario de salud o a Marcelo Ebrard, que tanto ha hecho por la ciudad de México, como Secretario de Gobernación, o al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas ponerlo al frente de PEMEX?

Puesto en términos deportivos digamos que Andrés Manuel se fue por la libre y metió goles importantes, mientras dos se debatían en acusaciones mutuas y otro por allá pedía la pelota vestido con doble casaca: la de candidato ciudadano encima pero debajo de ella la de un partido que es epítome de la corrupción en México, esa corrupción que tanto le cuesta al pueblo de México y a la que se comprometió Andrés Manuel eliminar.