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Artículo de Fondo, Por Antonio TENORIO ADAME (13-V-2022).- El Presidente mexicano visitó Guatemala, El Salvador y Honduras, en Centro América, y Cuba, en el Caribe, un recorrido por la segunda y tercera de sus fronteras, donde abordó el tema de migración, la cooperación internacional y la integración sin exclusiones ante los amagos de Estados Unidos de impedir la presencia de Cuba, Venezuela y Nicaragua en la IX Cumbre de líderes de América del Norte.
El Presidente ya advirtió su ausencia como inconformidad ante prácticas excluyentes; por lo pronto se respondió desde la Casa Blanca que las invitaciones todavía no han sido enviadas. La moneda está en aire.
Una primera distinción del periplo presidencial es de orden estratégico, como corresponde a la división territorial que confronta el país entre la región norte impulsado por el TEMEC y el rezago de la zona del Pacífico sur que padece comparativa marginación social.
El viaje presidencial, a la vez, fortalece la conservación de la unidad territorial nacional y favorece las buenas relaciones con los países de la frontera sur.
El eje común de los temas tratados fue la regulación de la migración de tránsito con destino a Estados Unidos, así como la atención a la migración temporal de la mano de obra guatemalteca que labora en México, para respetar su identidad modificando la cédula del Curp, y la creación de un consulado para servicios de visas. Este último beneficio no se registra en el caso de Cuba, cuya regulación de la migración legal es desbordada.
Los programas “Sembrando vida” y “Jóvenes construyendo el futuro” también sobresalen por los acuerdos tomados. Entre las primeras prioridades son mostradas en desarrollo económico a partir de intercambio comercial, aranceles, asesoría técnica, flujos financieros e inversión, y en control sanitarios de ganado bovino.
Los programas de consideración particular se aprecian en relación con Honduras y Cuba:
La firma de acuerdos con la presidenta Xiomara Castro Sarmiento de Honduras en el marco de la cultura cubre la atención y cuidado al tesoro arqueológico del país; como debe ser un programa cultural universitario cubriendo toda la región, su justificación reside en la unidad cultural de identidad común que nos acoge como principio de la unidad de integración a la que aspira y propugna el presidente López Obrador.
Con Cuba se demandó el fin del embargo comercial, así como su inclusión en la Cumbre de las Américas, dando lugar a manifestar la idea con alcances de una posible doctrina: la integración comunitaria de una sola América.
Para alcanzar ese gran objetivo es necesario reemplazar el viejo modelo impuesto desde hace más de dos siglos para considerar la disyuntiva de integrarnos a Estados Unidos o de oponernos en forma defensiva, por lo que debe explorarse la opción de diálogo con Washington, con capacidad de persuadir a sus gobernantes de una nueva relación entre todos los países de América es posible.
En suma, López Obrador propuso ante su homólogo cubano, Miguel Díaz-Canel, la integración con respeto a las soberanías y formas de gobierno y la aplicación de un tratado económico y comercial como una salida eficaz al riesgo de un desequilibrio geoestratégico que representa para el mundo el declive estadounidense; asimismo, se comprometió a insistir ante la Casa Blanca para que se ponga fin al bloqueo y se incluya a todos los países del hemisferio en la Cumbre de las Américas, prevista para junio próximo.
La encomienda planteada por el Presidente de México es de gran calado, un reto con significado trascendente de posible cambio civilizatorio; para reflexionar en su entorno se requiere evaluar en términos críticos la propuesta, así como entrar en materia de los ciclos duros que significó el origen fundacional de la colonización de la América hispano-ibérica y la América Anglo Sajona, así como un tercer nivel entrar a examinar el proceso de formación de la Unión Europea.
