Columna Política «El Francotirador», Por José Cruz Delgado (16-VI-2025).- Para la Comisión Reguladora del Transporte, el proyecto del teleférico de Morelia es un monumento al derroche público
y, si el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla se siente convencido de su viabilidad, que haga públicos los estudios de costo-beneficio, la proyección de demanda real, y el modelo financiero a largo plazo.

Los integrantes de la CRT que lidera José Trinidad Martínez Pasalagua, luego de las recientes declaraciones del gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, consideraron que es necesario responder con claridad y responsabilidad, «sí hay forma de que el teleférico se convierta en un elefante blanco, y todo apunta a que así será», aseguran.
Señalan que, invertir en un proyecto innecesario, sin sustento técnico ni social, mientras se abandonan las necesidades reales del transporte público, es una irresponsabilidad.
Para la agrupación, los verdaderos proyectos de movilidad son los que resuelven problemas, no los que generan nuevos gastos porque explicaron que los costos de operación, mantenimiento, electricidad y seguridad del teleférico, implicarán un subsidio público superior a 22 millones de pesos mensuales, es decir, más de 300 millones de pesos al año.
Este gasto, precisaron, se sostiene hoy con recursos estatales mientras dura su administración, pero ¿quién lo garantizará en el próximo sexenio? La respuesta es nadie. No hay un plan financiero viable, ni estudio técnico que justifique la rentabilidad ni la necesidad del proyecto.
Indicaron que, el argumento de que el teleférico será «ecológico, silencioso, económico y rápido», ignora lo esencial: ya existe oferta suficiente de transporte en las zonas que pretende cubrir, y la verdadera urgencia está en mejorar el sistema actual, renovar unidades, implementar infraestructura básica de movilidad y profesionalizar el servicio.
Lamentan que además, disfrazar este proyecto como ‘infraestructura turística’, sólo confirma lo que muchos ya sospechan: el teleférico no es una solución de movilidad, es un negocio que beneficiará a unos cuantos, a costa del erario, mientras las colonias periféricas siguen sin rutas eficientes, seguras y legales, como ocurre en Villas del Pedregal, Villa Magna o Campo Nubes.
Tampoco basta con repetir que se cuenta con el «respaldo institucional» del Cablebús de la Ciudad de México, pues las realidades de Morelia y Uruapan son completamente distintas en densidad, geografía, movilidad y prioridades sociales. Importar modelos sin un diagnóstico serio es precisamente lo que convierte las obras en infraestructura inútil