17 de septiembre del 2025.- El ministro de Finanzas israelí, el radical y colono Bezalel Smotrich, ha asegurado este miércoles que Gaza podría ser una «bonanza inmobiliaria», una gran oportunidad de mercado. Según ha presumido, su Gobierno ya está manteniendo conversaciones con la Administración de Trump para repartir las ganancias de un presunto «plan de negocios» destinado a explotar económicamente la devastada Franja palestina.

«Pagamos mucho dinero por esta guerra, así que tenemos que dividir cómo obtenemos un porcentaje de la comercialización de terrenos más adelante», ha declarado el ultraderechista en una conferencia inmobiliaria en Tel Aviv. «Ya hemos completado la fase de demolición, que siempre es la primera fase de la renovación urbana. Ahora tenemos que construir. Es mucho más barato», ha señalado. Sus palabras van en sintonía con las del ministro de Defensa, Israel Katz, que ha vuelto a hablar de la «destrucción total de Ciudad de Gaza». Con la destrucción de la Franja, Tel Aviv sigue sumando objetivos, también económicos, y cataloga al enclave como «una mina de oro».
Estas declaraciones llegan apenas dos días después de que las tropas israelíes anunciaran su ofensiva final para tomar por completo la capital del enclave, prometiendo arrasar una ciudad en la que, tras casi dos años de guerra, solo quedan escombros. Desde el pasado martes, la ciudad sufre constantes bombardeos y ataques desde tierra de los tanques israelíes que avanzan hacia el corazón de la urbe. Mientras, el número de víctimas supera ya los 65.000.
El desplazamiento forzoso de los gazatíes
Como la mayoría de ministros de Netanyahu, Smotrich defiende prolongar esta guerra hasta erradicar a Hamás. Pero su plan va mucho más allá. Contempla que los asentamientos judíos desmantelados en 2005 vuelvan a Gaza y forzar la deportación de los dos millones de personas que viven en el enclave, una medida que este dirigente ultraderechista describe como «emigración voluntaria».
La realidad, sin embargo, es que se trata de un desplazamiento forzoso de población civil, lo que constituye un crimen de guerra, y apuntala los argumentos jurídicos para considerar la ofensiva israelí como genocidio, un delito que investiga la Corte Internacional de Justicia a instancias de Sudáfrica. De hecho, la ONU ha concluido esta semana que, en efecto, lo que ocurre en Gaza cumple con esta definición.
Las declaraciones de Smotrich siempre siguen el mismo patrón. Ha manifestado en reiteradas ocasiones que Gaza y Cisjordania deben ser «arrebatados para siempre» a los palestinos. Tras el triunfo electoral de Trump, consideró que era el momento idóneo para imponer la soberanía israelí sobre Palestina y el establecimiento de una «clara mayoría judía» en sus territorios. En el último año, sus ideas mesiánicas han pasado de las palabras a los hechos, ejecutando planes políticos tangibles que han acelerado la anexión de Cisjordania y la apropiación de terrenos palestinos, ignorando el consenso internacional y profundizando la crisis humanitaria y política en la región.
El político más extremista del Gobierno de Netanyahu considera que los judíos tienen el derecho divino de habitar toda la tierra que perteneció al Israel bíblico y, para hacer tangibles sus deseos, vive en uno de estos asentamientos en la Cisjordania ocupada.
«Riviera de Oriente Medio» de Trump
Pero la idea que el ultraderechista ha presentado este miércoles no es nueva. A principios de febrero, coincidiendo con la primera visita de Netanyahu a la Casa Blanca, Trump aseguró que Estados Unidos asumiría el control de la Franja para «poseer» su tierra y reconstruirla para transformarla en la «Riviera de Oriente Medio». Apostó por demoler lo poco que queda en pie y, haciendo uso de su pasado en sector inmobiliario, construir un resort de turístico para viajeros internacionales.
En aquel momento, Trump ya habló de desplazar «de forma permanente» a la población palestina a países vecinos como Jordania y Egipto. Sin embargo, los meses pasan y Trump sigue sin dar demasiados detalles sobre como piensa llevar a cabo su proyecto, aunque, lo que sí que está claro es que cuenta con el apoyo incondicional de Netanyahu.
Los pormenores los hizo públicos The Washington Post a principios de septiembre al revelar un documento de la Administración Trump con uno de los planes que barajan para Gaza una vez finalice la ofensiva israelí. El texto, de 38 páginas, propone que el enclave quede bajo un régimen de fideicomiso administrado por Estados Unidos, entregado por Israel, durante al menos diez años.
Ese escenario implicaría que Washington lidere ese proceso con financiación pública y privada, y que la «nueva Gaza» albergue grandes proyectos económicos, que incluirían desde fábricas de vehículos eléctricos hasta centros de datos o complejos turísticos. Todo ello, eso sí, sin los palestinos.
Para seguir avanzando en sus planes bélicos, el lunes, primer ministro israelí afirmó que su homólogo estadounidense le había invitado a la Casa Blanca después de su intervención en la Asamblea de la ONU en Nueva York, prevista para el viernes 26 de septiembre.