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Columna Política «El Francotirador», Por José Cruz Delgado (05-VI-2025).- Los morenistas están como las hienas, se ríen pero se retuercen de dolor por el fracaso de la elección para jueces y magistrados. Aunque lo niegan y se dicen triunfadores fue un estrepitoso fracaso la elección judicial, pues votar el 13% o menos del padrón electoral, de acuerdo con el INE no se le puede llamar triunfo.
A ese 13 por ciento hay que restarle los votos nulos. El pueblo de México decidió no salir a votar el domingo en las elecciones para renovar el Poder Judicial, acudiendo solo 13% por ciento del padrón electoral a las urnas, un resultado que junto con las múltiples operaciones clandestinas para inducir el voto, quitan legitimidad a los resultados y a las autoridades electas. Mire usted, de un padrón de 99 millones de posibles votantes votaron 13 millones de mexicanos, lo que indica que los favorecidos no fueron electos por la mayoría de la voluntad popular, sino por una minoría y por esa razón sus posibles nombramientos carecen de legitimidad aunque no lo quieran reconocer.
O sea, esto quiere decir que alrededor del 86 u 87% del padrón decidió no participar en la votación para la que se destinaron miles de millones de pesos, en una palabra: le dieron la espada al oficialismo, y ese es el inicio de la debacle morenista.
Ahora bien, algunos candidatos fueron catalogados como indeseables por sus presuntas ligas con el crimen organizado y otros muchos delitos más.
Toda la elección fue amañada.
Previo a la elección y para justificar esta, la presidenta Claudia Sheinbaum aseguraba que si ella ganó con 59 por ciento de los votos, más de 59% de los electores avalaban una reforma al Poder Judicial, lo cual hoy se vio que es falso. Un cargo de elección popular aprobado por una minoría no es democrático, para serlo debe ser el 50 más uno para que tenga validez.
La presidenta no está nada contenta con el resultado de la elección aunque en las mañanera muestre una cara sonriente y triunfalista. Nada más alejado de la realidad.
Por cierto, la popularidad de Claudia Sehimbaum no se debe a su carisma, si no a la compra de conciencias con dádivas. Es popularidad comprada pues.
