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Columna Política «Ensalada de Grillos», Por Ciro Castillo (28-V-19).- Nos encanta “el júbilo” con el que se ha anunciado el proyecto de sembrar 200 mil hectáreas de árboles en Chiapas solamente este año, mediante el programa federal “Sembrando Vida”.
Si los padrones son integrados correctamente se logrará generar 80 mil empleos para igual número de sembradores, quienes ganarán 5 mil 500 pesos mensuales. Ojalá no haya “piquete de ojo”.
Apenas hace un par de semanas, el propio Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, estuvo en Chiapas para verificar los avances de este programa que coordina la Secretaría de Bienestar, a cargo de María Luisa Albores, una experta en temas de sociales.
El tabasqueño conoce bien la realidad de esta entidad del Sur de México, y sabe que es sumamente importante que haya empleo, pero también que se protejan los bosques y selvas, deteriorados en las últimas décadas.
Solamente en el período que comprende de 1975 a 1992, se habrían perdido más de 700 mil hectáreas de bosques y selvas. Actualmente se calcula una pérdida de 30 mil a 45 mil hectáreas anuales.
LA COSA ESTÁ QUE ARDE
Algo que debe preocupar y ocupar a las nuevas autoridades, tanto federales como estatales, es la intensa sequía que en los últimos años viene afectando a regiones de Chiapas como la Sierra y Fronteriza.
De acuerdo con un informe de la ONU, el problema comienza en América Central y alcanza a los municipios que colindan con Guatemala, maiceros y frijoleros por tradición.
La intensa sequía ha agobiado a Guatemala, El Salvador y Honduras, amenazando la seguridad alimentaria de más de dos millones de personas vulnerables, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
La siembra de árboles suena un proyecto interesante para rescatar los bosques y selvas, así como para dar empleo a miles de mexicanos en 19 estados, entre ellos, Chiapas, pero es a largo plazo. No hay que perder de vista esta intensa sequía que ha dejado sin granos básicos a cientos de familias.
Hasta agosto de 2018, la FAO calculaba una pérdida de 280 mil hectáreas de maíz y frijol, y el pronóstico para este año no es nada halagüeño en el llamado “Corredor Seco”.
Si los gobiernos de México y Estados Unidos, junto con sus pares de Guatemala, El Salvador y Honduras, realmente quieren parar esas oleadas migratorias que tanto han llamado la atención, uno de los principales sectores a rescatar es el campo y para ello deben luchar contra esta intensa sequía que comenzó a ser más visible desde 2014 y 2014.
EL PRONÓSTICO ES DESOLADOR
El pronóstico más reciente de autoridades de la Conagua indica que el llamado fenómeno de El Niño mantendrá bajos los niveles de lluvia este año y la producción de alimentos básicos podría sufrir un nuevo impacto.
Hasta el 25 de mayo había llovido un 25 por ciento menos en los estados del Sur-Sureste y así podría mantenerse en junio.
Chiapas, Tabasco, Veracruz y Guerrero comienzan a ser los más afectados por esta situación climática.
Insistimos, nos han “presentado” bonito el tema de la siembra de árboles, pero tampoco hay que descuidar actividades ancestrales de nuestras tierras: la siembra de maíz y frijol.
Ojalá que quienes ahora están al frente de la Secretaría del Campo tengan bien claro el panorama, pues ya ha pasado antes: los beneficiados con los apoyos agrícolas son los grandes productores, pero no los miles de pequeños propietarios y ejidatarios a quien nadie voltea a ver y no tienen ni para maíz ni para frijoles.
