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Salario, precio y ganancia de Carlos Marx. Un clásico para leer y releer

Artículo de Fondo por el Dr. Rafael García Tinajero P.- Desde hace uno cuantos días,  y a raíz de la propuesta del Jefe de Gobierno del Distrito Federal referente a la necesidad de elevar el monto de los salarios mínimos, se ha iniciado un interesante debate que va desde la disputa por la paternidad de la propuesta hasta la pertinencia de la misma. Llama también la atención el que algunas cúpulas sindicales se hayan manifestado, paradójicamente, en contra, y el  hecho de que que la izquierda electoral, quizás absorta en otros asuntos, no haya irrumpido, hasta ahora y con la debida fuerza,  en un tema crucial ya que condensa uno de los problemas más importantes para cualquier izquierda que se precie de serlo, el de la relación entre el capital y el trabajo.

Al margen de lo anterior, parece que el tema ya está en la palestra mediática pues  de inmediato hemos visto y escuchado a muchos opinadores al servicio del poder, y en nuestra sociedad el poder está donde está el capital, levantar la ceja y engolar la voz para advertirnos de los grandes males que vendrían si prosperase esta propuesta, a saber, disminución del crecimiento económico y de la productividad, inflación, y al final, un tanto en tono de amenaza, nos dicen que debemos tener la certeza de que cualquier alza en el salario terminaría indexada en los precios finales al consumidor, igualito que las alzas impositivas, terminando por dañar a » los que menos tienen», eufemismo que usan para definir a los más jodidos. Por último, y ya en un tono más conciliador, ponderan los beneficios que para los empresarios tiene el mantener los salarios bajos para que puedan tener buenas ganancias, para derramarlas después sobre el resto de la sociedad. A los dirigentes sindicales, pastores de la grey, les piden que no escuchen los cantos de sirena y que acepten ésto de los salarios de hambre  como un mal menor.

Esta discusión no es nueva, tiene ya mucho tiempo, por lo menos siglo y medio, por eso es  muy positivo leer libros como Salario, Precio y Ganancia, en el que Marx, ese demonio al que muchos critican sin conocer,  responde a las ideas de Weston, miembro del Consejo de la Internacional, que defendía cosas tales como que el aumento de los salarios no mejoraba la situación de los obreros y que las actividades de las tradeunions (primeras formaciones del movimiento obrero inglés) eran perniciosas. Armado con las teorías también erróneas de que el volumen de la producción nacional de un país es una cosa fija y que la suma de los salarios reales medido por la cantidad de mercancías que puede ser comprado con ellos también lo es, además de decir que hay un volumen fijo de los medios de pago en cada país, Weston argumentaba que la subida de los salarios implicaba siempre una subida del precio de las mercancías y que al final los obreros no aumentaban su poder adquisitivo.

Cualquier parecido con los argumentos actuales no es mera coincidencia,   son  los mismos argumentos y los mismos intereses enfrentados que ahora.

En la actualidad la patronal dice que la lucha por la subida de los salarios en tiempos de crisis también es perniciosa e incluso en algunas tertulias de los medios de comunicación se pone en duda la necesidad de que los trabajadores nos organicemos  para mejorar nuestras  condiciones de vida. Como se puede ver, habrán pasado más de 150 años desde que Marx pronunciara esta conferencia, que fue la forma en la que se dio a conocer el texto, pero los argumentos a rebatir son más o menos los mismos.

 

Uno tras otro Marx va respondiendo a todos los argumentos que eran presentados por Weston que, a fin de cuentas, no eran otros que los argumentos de la burguesía. Uno se sorprende, al leer este libro, de su actualidad, puesto que como Marx explica: «el capitalista pugna constantemente por reducir los salarios a su mínimo físico y prolongar la jornada de trabajo a su máximo físico, mientras que el obrero presiona siempre en el sentido contrario». ¿No es esto lo que ocurre en todas las empresas, en todos los trabajos? Y esto es así debido a la idea desarrollada también por Marx de que la fuerza de trabajo de cada obrero, (el trabajo de cada obrero en su fábrica), es también una mercancía que el propio obrero vende sobre la base de las mismas leyes de la oferta y la demanda. Sin embargo, es una mercancía especial porque la fuerza de trabajo es la única fuente de riqueza y por que el trabajador debido a su capacidad para organizarse y luchar, puede conseguir que le paguen más por ella. Y si la burguesía acepta la ley de la oferta y la demanda como ley fundamental  del capitalismo, la clase obrera no tiene porqué acatar la reducción salarial y menos en tiempos de crisis como la actual: estando todos en el mismo barco, la clase obrera es el combustible que lo mueve y la burguesía es el lastre que lo frena.

 

En definitiva, este trabajo escrito hace tanto tiempo, lo que hace es armarnos de argumentos contra el actual chantaje patronal y su falsa disyuntiva: «salarios  de hambre o inflación  y despidos» y al hacerlo, nos ayuda a comprender los fundamentos del sistema capitalista y por lo tanto la necesidad de derrocarlo.

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